Apenas queda gente en la aldea las risas de los niños se fueron con el ocaso de los días sosegados del
verano, pocas son las jornadas calurosas en esta zona norteña, el abrazo de la
niebla vuelve cada otoño en cuanto la estación
hace acto de presencia, son pocos
los lugareños que quedan aferrados a
unas raíces que han ido desapareciendo con el paso lento de los jornadas, el monte es duro y el rebaño inquieto, hay días que apenas si pueden pastar, el agua cae a raudales formando
arroyuelos intransitables, el viejo
puente se desborda y toca esperar que la lluvia de una tregua para cruzar al
otro lado, allí donde la carretera es más amplia y de vez en cuando algún coche
pasa indicando que existe otro lugar.
Los pocos labradores que quedan por la zona preparan sus enseres
para labrar la tierra algunas mujeres se
dedican a adecentar las casas cuando el
tiempo clarea.
El todos los días
llueva, nieve o truene , se enfunda su
chubasquero marrón, se coloca las botas y se echa al monte, a veces las piernas se le tuercen, y el
dolor agarrota sus músculos, entonces
contiene el ganado les deja buscar su
alimento por las zonas bajas, en otras
ocasiones cuando su cansado cuerpo le da una tregua, sube monte arriba, en las partes más altas donde los alcornoques
están cubiertos de moho, y el matorral
bajo es tierno y fértil, le gusta verlas
comer, los días se alargan interminables mientras el
pastor se deja curtir echado sobre el garrote, al caer
la tarde el rebaño regresa, su
casa le espera tal cual la dejo las
ropas revueltas en la vieja cama, y
la cena esperando para ser
preparada, al llegar la noche su luz ya
se apaga sabe que los años no perdona , un pinchazo agudo que le parte el alma
le indica que pronto llegara su marcha. La mañana fría araña la cara en la niebla de nuevo baja de la montaña, los pocos
vecinos se agolpan a la entrada del pequeño camposanto, cubriendo sus rostros
con gruesas bufandas, el silencio es
grande en la mañana helada solo suena el tintineo de la pala cerrando el hueco de su última morada.
La aldea despierta los hombres no labran se frotan las
manos con desesperanza, se marcho el
pastor que siempre buscaba el mejor bocado para su cabaña.
By titate.
By titate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario