Pequeñito, asombrosamente bello, irradiando vida por todos los poros de su frágil piel, tan suave, tan cálida, tan tierna; estaba rodeado por las personas que sin duda más le van querer en la vida; papa y mama.
Si pequeño Leo, llegaste después de una larga espera, en una tarde otoñal maravillosa, donde los rayos de sol no querían perderse tu llegada y apuraban el ocaso pendientes sin duda de que tú vieses su luz para darle a tu carita esas tonalidades que solo el suave sol de otoño nos pueden regalar.
Y tú que eres agradecido no has parado de dormir y de ofrecer a quien te mira esa paz que te hace único e irrepetible, para que mama y papa sean las personas más felices del mundo con solo mirarte.
Para Leo, con cariño:)
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